BBVA Research: Historia de dos periféricos en crisis política
Portugal e Italia atraviesan un problema importante de crecimiento potencial y productividad, pero también una crisis política que viene resolviéndose sin cambio en la composición de sus gobiernos.
Por: Redacción Gestion.pe
Miguel Jiménez González-Anleo, Economista Jefe de Europa de BBVA Research
Aunque parezca mentira en los tiempos que corren, el título de este artículo no se refiere a crisis económicas, sino a las crisis políticas que han sufrido en los últimos meses dos países periféricos, Portugal e Italia. En ambos casos se trata de países gobernados por coaliciones y sometidos a una fatiga fiscal considerable, derivada de medidas de ajuste del déficit público en un entorno recesivo prolongado. Los dos son países con un problema importante de crecimiento potencial y de productividad. Y, en ambos casos, curiosamente, el episodio de crisis política se ha resuelto sin cambio en la composición del Gobierno.
Portugal, que estrenó gobierno en la primavera del 2011, cuando fue rescatado, tomó medidas de manera aplicada, sobre todo aprobando una amplia reforma del mercado de trabajo, subiendo impuestos y reduciendo los salarios públicos. El Gobierno se ganó el apodo de “alumno preferido de la troika”, ya que parecía convencido de la necesidad de tales medidas, y hasta cierto punto era apoyado por la oposición. La situación política empeoró hace un año, cuando el Gobierno intentó extender la reducción salarios al sector privado, a través de una reforma de las contribuciones sociales que finalmente no fue aprobada.
A partir de ese momento la situación política se deterioró, la oposición a las medidas de austeridad aumentó incluso por parte del socio menor de la coalición de Gobierno (el CDS de Paulo Portas), y el ministro de Hacienda Vitor Gaspar, el mayor defensor de la política seguida hasta ese momento, dimitió en junio. Tras la retirada del Gobierno de los ministros del CDS y una reacción muy negativa de los mercados, se recompuso el Gobierno con los mismos partidos, pero ahora con Portas como ministro con un papel clave en la definición de la política económica.
La última revisión del programa de rescate portugués se ha publicado recientemente, con nota elevada. En 2013 se cumplirá muy probablemente el objetivo de déficit (5.5%), las exportaciones están creciendo y el déficit por cuenta corriente ha desparecido. El crecimiento en el segundo trimestre, para sorpresa de todos, ha sido elevado, y seguirá siendo positivo en el tercero, aunque a un ritmo mucho menor. Sin embargo, tras la crisis política muchos inversores no sólo dudan de que Portugal pueda volver a los mercados a mediados de 2014, cuando se termine el actual programa, sino que también se planteen crecientemente la necesidad de una reestructuración de la deuda. Lo primero es muy probable, pero no lo segundo, ya que la evolución de las variables clave de Portugal ha ido en línea con lo esperado; una vez se consolide el crecimiento, aunque sea modesto, volverá probablemente la confianza.
La crisis de Gobierno en Italia está muy ligada a la condena de Silvio Berlusconi por el caso Mondadori, pero también tiene un componente fiscal. Los debates dentro del Gobierno de coalición han girado desde su formación en torno a medidas ya aprobadas por el anterior Gobierno de Mario Monti y que el PdL de Berlusconi ha querido eliminar: el impuesto sobre la vivienda (IMU) y el aumento en un punto del IVA. El debate sobre el IVA y la amenaza de expulsión del senado de Berlusconi desencadenaron la amenaza de dimisión de todos los diputados y senadores del PdL, y posteriormente la dimisión de sus ministros, aunque, tras el conato de división en el PdL, el primer ministro Enrico Letta consiguió renovar su confianza en el Parlamento.
Queda la sensación, sin embargo, de que el año 2013 ha sido malgastado en debatir temas no esenciales, mientras que se han pospuesto las reformas estructurales para reavivar crecimiento en Italia. Si los mercados no han castigado excesivamente el episodio de crisis en Italia es, sobre todo, porque el déficit público es relativamente pequeño (3%) del PIB, lo que da cierto tiempo para afrontar las reformas. Todo ello a pesar de que la fragilidad del Gobierno no ha desaparecido, y de que la deuda pública, en torno a un 130% del PIB, no da margen para el error.
En definitiva, estas dos crisis políticas dejan aún muchas incógnitas abiertas y nos recuerdan que, si bien la zona euro está saliendo de la recesión, queda aún un largo camino por recorrer en la solución de la crisis periférica.